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La utilidad del mindfulness

La utilidad del mindfulness

Mindfulness es un término que no tiene traducción al castellano, aunque a veces lo encontramos como atención o conciencia plena. Con independencia del término que se utilice, consiste en centrarse en el momento presente, en el aquí y el ahora, de forma activa y reflexiva, siendo consciente de lo que se está haciendo, sintiendo o pensando. Constituye una experiencia en la que se trata de prestar atención y observar sin emitir juicios, aceptando dicha experiencia tal como se produce. En definitiva, una atención y conciencia ausente de crítica, abierta y no valorativa.

Como decíamos, el mindfulness implica centrarse en el momento actual, sentir las cosas tal como ocurren, sin pretender su control, aceptando las experiencias, sentimientos y sensaciones tal como suceden. También requiere la apertura a la experiencia y los hechos, a los aspectos perceptivos y emocionales por encima de su interpretación, sin dejarse llevar por la multitud de pensamientos que asaltan la mente, y evitando que tales pensamientos deformen lo que se ve y se siente, que interfieran o sustituyan lo real, falsificando o encorsetando la experiencia en base a los esquemas del pensamiento.

Otro aspecto novedoso que incluye el mindfulness es la aceptación, sin emitir juicios ni análisis, de la experiencia. Es decir, prestar atención y aceptar la experiencia sin realizar ninguna valoración, como algo natural y normal, con independencia de su valor positivo o negativo, de su agrado o desagrado. Sin rechazar el malestar psicológico, sin intentar controlarlo ni reducirlo. Y decimos que esto es novedoso al alejarse de la pretensión inicial de quien busca ayuda psicológica: evitar o eliminar el malestar y huir de aquello que lo provoca.

Con el mindfulness no se pretende el control directo de las sensaciones ni emociones, sino experimentarlas tal como ocurren. Es decir, no se busca controlar o reducir el malestar, el miedo, la ira o la ansiedad, sino que al experimentarlos, puedan actuar los mecanismos de regulación emocional y fisiológica, pero de un modo indirecto. Esto es también novedoso respecto a las estrategias psicológicas habitualmente utilizadas que pretenden el control de la ansiedad o de la ira, la eliminación los pensamientos negativos, el control de la excitación sexual, la reducción de la activación, controlar las sensaciones fisiológicas desagradables, etc.

En cuanto a su utilidad, en la actualidad muchos psicólogos clínicos están mostrando su interés por las técnicas mindfulness, que han sido integradas en el tratamiento de una gran variedad de trastornos psicológicos. Actualmente existen programas diseñados para varias aplicaciones que incluyen el mindfulness como un conjunto de habilidades que pueden ser aprendidas y practicadas para reducir los problemas psicológicos e incrementar la salud y el bienestar. Entre ellos, trastornos de ansiedad, depresión, trastornos de la alimentación, estrés relacionado con el cáncer, dolor crónico, etc.

En definitiva, esta es una muestra más de cómo los tratamientos psicológicos se pueden enriquecer de nuevas estrategias de intervención. Pero previamente, dichas estrategias tienen que ser investigadas y conocidas, no sólo entre los profesionales sino entre la población general. Este es el objetivo de estas líneas, contribuir a que las personas que soliciten ayuda psicológica conozcan mejor las posibilidades y utilidad de esta técnica.

Fernando Bermejo. ¿Necesitas Ayuda? Entra en Tu psicólogo online y Tu psicólogo al teléfono. Estamos cerca de ti.

Qué hacer ante la soledad

Qué hacer ante la soledad

Nos sentimos solos cuando no tenemos comunicación con otras personas o cuando percibidos que nuestras relaciones sociales no son satisfactorias. Los seres humanos necesitamos gente a nuestro alrededor. Aunque haya personas que buscan y disfrutan de la soledad, la mayoría de nosotros estamos más felices y nos sentimos más seguros viviendo en compañía. Somos seres sociales que necesitamos de los demás para hacernos a nosotros mismos. Y no sólo para cubrir nuestras necesidades de afecto y desarrollo personal, sino también para afianzar y revalidar nuestra autoestima y confianza en nosotros mismos, ya que éstas se generan cada día en la interrelación con las personas que nos rodean. La soledad, salvo excepciones, es una experiencia indeseada que puede llevar a sentimientos de depresión y ansiedad. No significa necesariamente que la persona esté aislada socialmente, sino que refleja una percepción subjetiva de la persona respecto a sus relaciones sociales, bien porque esta red es escasa o porque la relación es insatisfactoria o demasiado superficial. La soledad puede ser consecuencia de la ausencia de una relación intensa e íntima con otra persona que nos produzca satisfacción y seguridad o consecuencia de la no pertenencia a un grupo donde se compartan intereses y preocupaciones. Cuando carecemos de la habilidad suficiente para relacionarnos de manera eficiente, es decir, son deficitarias nuestras habilidades sociales, aumenta la probabilidad de que nos quedemos solos ya que las relaciones que mantenemos son de menor calidad y más forzadas. También podemos apartarnos de los demás si pensamos que no somos personas dignas de ser apreciadas o somos especialmente sensibles a un posible rechazo de los demás. La soledad también está asociada a la pérdida de relaciones con personas significativas que se produce habitualmente en la vida de los individuos lo que, dependiendo del tipo de pérdida, puede conducir a estados de tristeza, rabia, desamor y negatividad. Por ejemplo, ante una separación en la pareja o el fallecimiento de un ser querido, desaparece de nuestra vida alguien a quien hemos amado o que ocupaba un espacio estelar en nuestra cotidianeidad, por lo que nos puede invadir una notable sensación de soledad y un vacío ante una situación en la que nos vemos perdidos y sin la referencia en la que antes podíamos estar apoyándonos en el día a día. También existe la soledad de quien apenas habla más que con su familia más cercana o sus compañeros de trabajo. Muchas veces somos incapaces de intimar con quienes nos rodean, o tememos abrirnos y que nos hagan daño o nos rechacen. Si la soledad es deseada nada hay que objetar, aunque la situación entraña peligro: el ser humano es social por naturaleza y una red de amigos con la que compartir aficiones, preocupaciones y anhelos es un bien que no tiene precio. Sin embargo, cuando la soledad no es deseada, pueden convertirse en angustia, tristeza o depresión. En diversas ocasiones de la vida puede que esta sensación esté más presente, a veces por lo cambiante de las circunstancias, lo que significa que también puede entenderse como algo transitorio y no necesariamente traumática. No obstante, conviene mirar hacia sí mismo y reflexionar sobre el tipo y las causas de la soledad que estamos sufriendo (si se debe a una pérdida que hemos de superar, si nuestro círculo social es muy reducido o si carecemos de las habilidades sociales necesarias para interaccionar satisfactoriamente con los demás, entre otras), dejar aparte la timidez e intentar tomar la iniciativa de establecer nuevas relaciones que puedan satisfacernos, luchar contra el miedo al rechazo y a las insatisfacciones que provoca lo que a veces son expectativas que no se cumplen o esfuerzos que no se ven correspondidos, y evitar mensajes que nos llevan a desconfiar de las intenciones de los demás. En definitiva, adoptar una postura distinta, arriesgándose a abrirse a los demás, o aprendiendo las habilidades sociales que permitan unas relaciones amplias e íntimas que le sirvan para mitigar la soledad y sentar las bases para que esta sensación sea menos probable en un futuro. Fernando Bermejo. ¿Necesitas Ayuda? Entra en Tu psicólogo online y Tu psicólogo al teléfono. Estamos cerca de ti.
Los celos no son amor

Los celos no son amor

Los celos, como cualquier otro tipo de sentimientos, ya sea el amor, el odio, el deseo o el rencor, son emociones naturales que todos experimentamos en algún momento de nuestras vidas. De este modo, se pueden tener celos de cualquier persona, sea pareja, alguien de la familia, algún amigo o amiga, compañeros de trabajo, etc. Los celos no son un patrimonio ni de hombres ni de mujeres, ya que ambos los sentimos, o más bien los sufrimos, y a cualquier edad. Una sus principales características es que se perciben de forma subjetiva, por eso ante la misma situación no todos reaccionamos por igual. Y aunque, como decía antes, son emociones naturales, el problema comienza cuando controlan nuestra vida, nos perturban y deterioran nuestra relación ya sea de pareja, familiar o de amistad. Conviene aclarar respecto a los celos que no cualquier persona es proclive a sentir celos. La persona celosa suele ser insegura y tener una autoestima muy baja, de ahí que dude de la persona querida que tiene a su lado y le cueste creer que otro pueda estar interesado en él o ella y que le quieran. Esta inseguridad le lleva a desconfiar totalmente de su pareja, o del ser querido. Se va cuestionando cosas y poco a poco desconfía absolutamente de todo lo que dice y hace, esto le lleva a necesitar un control total sobre la otra persona, comenzando a realizarle miles de preguntas para intentar pillarla en alguna contradicción, aunque teniendo en cuenta que con el acoso al que someten es fácil cometer algún error, pero no por mentir sino porque la ansiedad que genera esa situación hace que ya no se sepa lo que decir. Cuando comienzan los celos a convertirse en obsesión, la persona celosa se deja llevar por su imaginación e incluso puede acusar a su pareja de cosas que no son ciertas y que ni siquiera puede demostrar. Simplemente empiezan a aparecer pensamientos, normalmente negativos y referentes a un supuesto engaño, y llega a considerarlos ciertos sin que nadie pueda convencerle de lo contrario. Vive con un sentimiento continuo de temor a ser engañado o de que aparezca una tercera persona que sea la causante de su abandono, cuando el problema ha surgido y se alimenta de su propia inseguridad y obsesión, sin base en la realidad. A veces las personas que tienen celos no necesariamente los han tenido desde siempre, ya que pueden haber sido provocados por anteriores relaciones donde hayan sido abandonados o engañados, y esto les ha hecho desarrollar esa desconfianza y estar permanentemente vigilantes. En otras ocasiones los celos pueden venir del temor a estar solo; esta soledad origina una angustia enorme y aparece el temor de perder a la otra persona. El darse cuenta de que no se es indispensable es algo difícil de llevar, pero esto acompañado de la soledad que implica puede llegar a resultar horrible. Uno de los problemas de las personas celosas es que su inseguridad les lleva a pedir a su pareja que lo quiera de modo incondicional, piden una y otra vez que se les apruebe y reafirme, algo que es difícil de mantener de forma continuada. Aunque parezca lo contrario, los celos no son amor, sino más bien un conjunto de sentimientos como inseguridad, posesividad, dependencia emocional, falta de autoestima, necesidad de controlar a la otra persona, miedo a la soledad, etc. Y todos estos sentimientos se alejan mucho del amor. Cómo se puede decir que una persona que coarta la libertad de otra, que desconfía sin motivo real, hasta el punto de que todo lo que observe o le digan sirve para sospechar y crear ideas que se apartan de la realidad, actúa en base al amor. Cuando esto es así, lo único que hace es provocarse un gran daño a sí mismo y a la persona que se supone que ama, generándole impotencia y malestar. Las personas no pertenecen a nadie, todos somos seres individuales y nadie tiene el derecho de ser el dueño de nadie. No se puede obligar a nadie a dar explicaciones de qué hace, dónde está o con quién, sino que hay que tener la suficiente confianza para no dudar y esperar a que la otra persona nos cuente sus cosas, aunque cuando los celos rondan cerca, probablemente dé igual lo que nuestra pareja nos cuente porque siempre estará la duda de si nos estará mintiendo. Todo esto lleva a un círculo vicioso, porque cuanto más se persigue, agobia y más deseos de control tiene la persona celosa, más querrá separarse de su lado la persona amada. Así que, tenga en cuenta que o pone remedio a sus celos, o en lugar de mantener cerca a la persona que quiere, va a terminar por perderla irremediablemente. Fernando Bermejo. ¿Necesitas Ayuda? Entra en Tu psicólogo online y Tu psicólogo al teléfono. Estamos cerca de ti.