Teléfono

918 557 851

Móvil

696 180 654

Centros

Pincha aquí

Correo electrónico

psicomed@psicomed.es

¿Somos nuestro peor enemigo?: Una mirada hacia la autoestima

¿Somos nuestro peor enemigo?: Una mirada hacia la autoestima

No puedes tocarla, pero forma parte de ti. No puedes verla, pero siempre está a tu lado. No puedes oírla, pero se manifiesta cuando hablas de ti mismo/a. Estamos hablando de la autoestima.

La autoestima viene dada por las actitudes que tenemos hacia nosotros mismos. El nivel de nuestra autoestima tiene profundas consecuencias en nuestra vida: tiene que ver con la medida en que nos sentimos competentes, el trato con los demás, los logros que conseguimos y, en definitiva, con el grado en que estamos satisfechos con nosotros mismos. De tener nuestra autoestima alta o baja, dependerá como afrontemos los retos de la vida.

¿Y cómo sabemos que nuestra autoestima es baja?. Pues bien, una persona con baja autoestima suele ser alguien inseguro, que desconfía de sus propias facultades y no quiere tomar decisiones por miedo a equivocarse. Además, necesita de la aprobación de los demás pues tiene muchos complejos. Suele tener una imagen distorsionada de sí misma, tanto en lo que se refiere a sus rasgos físicos como a su valía personal. Todo esto le produce un sentimiento de inferioridad a la hora de relacionarse con otras personas, por lo que suele estar pendiente del qué dirán o pensarán los demás, pues tiene un miedo excesivo al rechazo, a ser juzgado o abandonado. Aunque es normal tener altibajos, no es bueno tener una baja autoestima permanentemente. Sentir que no somos importantes va a ser un lastre que nos impida caminar en el día a día, y ser felices.

Al contrario, tener una autoestima alta no implica presumir de lo maravilloso que somos sino, más bien, sentirnos valiosos por el hecho de ser quienes somos. No se trata de pensar que somos perfectos, porque nadie lo es, sino que nos queremos y aceptamos, aún con nuestros defectos. Y aunque puede que haya aspectos que tengamos que cambiar necesariamente, de los que no nos sintamos orgullosos, o que han llegado a convertirse en un problema, ese camino lo haremos con respeto, sin críticas exacerbadas y crueles, sin menospreciarnos ni fustigarnos.

Una sana autoestima es necesaria porque nos ayuda a mantener la cabeza alta, mirar de frente a las otras personas y sentirnos orgullosos de nosotros mismos y de lo que podemos hacer y conseguir. Nos proporciona el empuje necesario para estar activos o hacer cosas nuevas, nos permite respetarnos, incluso cuando cometemos errores. Si no nos queremos y respetamos a nosotros mismos, tampoco nos creeremos merecedores de que los demás nos quieran y respeten. Y, probablemente, pensaremos que los demás opinan de nosotros lo que pensamos de nosotros mismos, y que se avergüenzan de nosotros o nos rechazan, al igual que también nosotros sentimos vergüenza y nos rechazamos.

Una sana autoestima nos ayuda a tomar decisiones, buenas decisiones, con menos dudas e inseguridad, y sin necesitar la aprobación de los demás. Si confiamos en nosotros mismos, es menos probable que nos dejemos arrastrar por las opiniones que recibamos de familia o amigos. Seguro que te aconsejarán con su mejor intención, pero si ponemos en sus manos nuestras decisiones, no habremos decidido nosotros, ni asumido nuestras propias responsabilidades.

¿Y cómo elevar la autoestima?. No es fácil cambiar la autoestima. Si lo fuera, seguramente nadie sufriría por tenerla demasiado baja; pero hemos de creer que tampoco hay nada imposible si ponemos realmente empeño en conseguirlo. No hay una receta mágica, ni se consigue de un día para otro, pero sí que nos ayudará evitar ciertos caminos que conducen a una baja autoestima.

Para aumentar tu autoestima ante todo empieza por ser tu mejor amigo/a, saber que no hay nada ni nadie en este mundo más importante que tú mismo/a. Acéptate tal y como eres, con tus cualidades y defectos, pensando que no existe nadie mejor ni peor que tú, aunque todos seamos diferentes. Si habitualmente te centras en las cosas que peor se te dan, fíjate en las cosas que durante el día se te han dado bien, aunque puedan parecer insignificantes. Si habitualmente te criticas o menosprecias, elógiate a lo largo del día, buscando motivos para hacerlo, o mira tus “defectos”, pero con respeto. Prémiate por tus logros, aunque éstos sean pequeños o poco importantes, así te sentirás mejor. Si sientes que eres tu peor enemigo, rechaza los comentarios o mensajes negativos de tu mente, y reflexiona si te atreverías a dirigirlos al peor de tus enemigos. Si estás “peleado” con tu cuerpo, recuerda que tu cuerpo es tuyo, y no puedes huir de él, y aunque te plantees ciertos cambios para sentirte mejor, hasta que eso llegue, si llega, va a ser tu compañero de viaje. Si te da miedo fracasar, no temas cometer errores, asumir responsabilidades o tomar decisiones; si algo sale mal, aprende de tus errores e inténtalo de nuevo. Nadie está libre de cometer errores, y equivocarse no es fracasar. Y si algo no funciona, no pienses nunca que la culpa es sólo tuya. Seguro que hay otros factores que también están influyendo.

A veces nos pasamos la vida queriendo dejar de ser quien somos, sin plantearnos siquiera si el camino más correcto, o incluso más corto, es que aprendamos a convivir con quienes somos, a querernos y a aceptarnos. Piensa que vas a estar contigo siempre, y que establecer una relación de odio y enfrentamiento contigo mismo/a, te va acompañar allá donde estés.

Fernando Bermejo. ¿Necesitas Ayuda? Entra en Tu psicólogo online y Tu psicólogo al teléfono. Estamos cerca de ti.

La procrastinación o la costumbre de postergar

La procrastinación o la costumbre de postergar

¿En qué consiste la procrastinación? Con este término nos referimos a la tendencia a evitar o postergar conscientemente y de modo repetido lo que se percibe como desagradable o incómodo, tedioso, aburrido o pesado de hacer. En definitiva, a dejar para más tarde o para el día siguiente lo que se podría hacer antes. Hay un dicho que dice “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Pero… ¿Cuántas veces dejamos para mañana lo que podemos hacer hoy?, ¿Quién no ha dejado para más tarde algo que podía haber hecho antes?. La mayoría de nosotros dilata cotidianamente un determinado asunto o tarea que consideramos molesta, lo que si responde a un hecho puntual, es normal. Sin embargo, cuando no es así y refleja nuestra forma de afrontar lo cotidiano, se convierte en un problema, en un comportamiento difícil de cambiar que puede estar asociado a diversos trastornos psicológicos, entre ellos, la depresión. Contrariamente a lo que se piensa, la postergación en raras ocasiones está vinculada a la pereza; no es de vagos ni de personas a las que todo les da igual. Y más allá del falso alivio que pueda generarnos en un primer momento, el posponer interminablemente supone un gran degaste, que va acompañado de una gran culpabilidad y provoca una gran angustia. Cuando postergamos eliminamos la posibilidad de cambiar y avanzar y corremos el riesgo de que otra persona termine por hacer las cosas por nosotros, lo que hace que aún nos sintamos peor. Para librarse de este perjudicial modo de proceder, es necesario buscar el origen. Muchas veces es el miedo al fracaso frente a ciertas decisiones o tareas; sentirnos incompetentes o temer no estar a la altura y recibir críticas; o por los errores cometidos en el pasado, o por el temor a cometerlos. En otras es el perfeccionismo el que lleva, ante la idea de que todo tiene que ser perfecto, a quedar paralizados cuando planteamos objetivos casi inalcanzables o ante los que no nos permitimos el mínimo error. O es el estado de ánimo o la falta de confianza en uno mismo, el que lleva a la desidia, la apatía y la inactividad. ¿Y cómo salir de este círculo? Solo teniendo una mayor confianza en uno mismo, ya que postergar está también unido muchas veces a la falta de autoestima, los sentimientos de incapacidad y a la tendencia de menospreciar nuestras competencias. También planteando objetivos razonables, centrándonos en lo que sintamos que somos capaces de hacer más que en lo que nos cuesta comenzar, y sin realizar una enumeración interminable de objetivos o tareas por realizar que lejos de incrementar nuestra motivación, acabará por desmoralizarnos. Y mucho ojo con las distracciones, es decir, aquellas “excusas” que fácilmente encontramos cuando no podemos ponernos con la tarea principal. Ya sea leer aunque sea cinco minutos, ver qué hay en la televisión, ir a la nevera a picar algo o hacer alguna llamada. Se trata de tareas que pensamos nos van a ocupar poco rato, pero que no hacen más que distraernos y que acaban encadenándose una tras otra. Puede ser una buena estrategia comenzar por la tarea más sencilla, entre una lista de posibles objetivos, o por la que te incomoda, dejando para después, a modo de premio, alguna cosa que te guste como escuchar música, descansar un momento, navegar por Internet, o lo que sea que te resulte placentero. También puedes dividir la tarea y realizarla por partes, en especial si se trata de algo que lleve mucho tiempo, para no sobrecargarte y avanzar poco a poco. Es importante también proyectarse para experimentar el bienestar que produce vernos en el momento en que hayamos acabado aquello que nos proponemos y que estamos dejando para después, concentrándonos en todas las cosas positivas que nos va a traer el hacer aquello que estamos dejando para después. Y recuerda, la actividad lleva a la actividad. Una vez que el motor está en marcha, la inercia que nos da la actividad hace que continuemos con otras tareas. Pero, indudablemente, es cierto, lo más costoso es comenzar, arrancar nuestro motor y para eso tenemos que darnos un buen empujón… de autoestima, de sentimientos de valía y competencia y respeto por uno mismo, con independencia de cómo hagamos nuestras tareas. Fernando Bermejo. ¿Necesitas Ayuda? Entra en Tu psicólogo online y Tu psicólogo al teléfono. Estamos cerca de ti.
Los deberes en vacaciones

Los deberes en vacaciones

Acaba el curso escolar y empiezan las vacaciones. Todos los miembros de la familia desean disfrutar del verano. Los niños también necesitan romper con la rutina de la escuela, los deberes, los horarios y las actividades extraescolares. El verano es el momento ideal para relajarse y olvidar la disciplina del reloj.

Sin embargo, algunos niños se sienten abrumados cuando llega el verano porque sus padres les mandan gran cantidad de deberes, ya que la mayoría de ellos considera que sus hijos deberían continuar con alguna tarea escolar también en vacaciones. Algunos padres lo plantean con el objetivo de reforzar lo aprendido durante el año, otros quieren que empiecen a preparar algunas asignaturas para el curso siguiente, y también hay quien desea simplemente tenerlos ocupados durante algunas horas del día.

Si un niño ha aprobado el curso y tiene un buen nivel, no tendrá problemas cuando regrese en septiembre, aunque pueda olvidar algunas cositas. Por tanto, si no le han quedado asignaturas para septiembre es preferible dedicar el tiempo libre a las actividades lúdicas y no hacer excesivas tareas relacionadas con la escuela.

Los niños necesitan descansar del trabajo realizado durante todo el curso y lo mejor es que vivan el verano como un período para relajarse, jugar y compartir actividades con sus padres y amigos estará en mejor disposición para empezar el nuevo curso que otro que viva estos meses como una tortura, agobiado por los deberes. Y si les ha quedado alguna asignatura, se puede hacer compatible el tiempo libre con las clases particulares o la planificación de los estudios.

Fernando Bermejo. ¿Necesitas Ayuda? Entra en Tu psicólogo online y Tu psicólogo al teléfono. Estamos cerca de ti.

Tus psicólogos en Collado Villalba

Tus psicólogos en Collado Villalba

Al navegar por Internet me ha sorprendido gratamente encontrarme con esta página creada por los profesionales de Psicomed. Hace tiempo, por motivos que como es lógico no voy a desvelar, me vi en la necesidad de buscar la ayuda de un psicólogo para superar los problemas que tenía en aquel momento. Buscar un psicólogo no es tarea fácil. Tienes la incertidumbre de dónde ir, a quién buscar, dónde se encontrará la persona que te pueda ayudar, etc. Y sobre todo, si darás con alguien con quien sintonices, te sientas cómoda y te entienda; cuando además se trata de contar tus problemas a un desconocido. Pues bien, todo ello lo pude encontrar en esta consulta de psicología en Collado Villalba. Desde el primer momento me sentí entendida, en un ambiente cálido, sin verme cuestionada, ni sentirme rara. Por supuesto, que todos estos eran miedos míos, acrecentados por la situación en la que estaba. Otro motivo de satisfacción fue encontrar una ayuda que me era cómoda, que era compatible con mis horarios de trabajo y estaba en la zona en la que vivo. Cuando poco antes me trasladé a vivir a la Sierra, a Collado Villalba, pensé que en parte perdía lo que tenía en Madrid: todos sus servicios. Y cuando me planteé buscar un psicólogo, pensé en un principio alargar mi jornada en Madrid para ir al psicólogo, ya que parecía darme más confianza. Seguro que allí estaban los psicólogos más cualificados. Sin embargo, estaba equivocada, mi vida cambió a mejor y crecí como persona tras acudir a Psicomed; eso sí con mucho esfuerzo y tiras y afloja. Fue estupendo acudir a esta consulta, en la zona en la que vivo, sin tener que desplazarme. Y donde mis horarios nunca fueron un problema; siempre tuve un hueco en su agenda, aunque fuera en horarios algo «exigentes». En fin, simplemente quería dejar constancia de mi experiencia y mostrar mi enorme agradecimiento a Psicomed; y decir desde aquí que quienes vivimos por esta zona tan maravillosa, con pueblos como Cercedilla, Navacerrada, Los Molinos, El Escorial, Guadarrama, Alpedrete, Becerril, Collado Mediano, Moralzarzal, Cerceda, etc., cada uno con su encanto; tenemos cada vez más servicios de calidad a nuestra disposición, sin tener que desplazarnos a Madrid. Esta consulta de psicología es un claro ejemplo de ello. Carmen C. H.