El uso de las nuevas tecnologías facilita el día a día de gran parte de las personas y difícilmente nos podemos ya imaginar un mundo sin ellas. Ordenadores, videoconsolas, móviles, Internet… nos permiten comunicarnos mejor, obtener muchísima información o entretenernos sin necesidad de salir de casa. Sin embargo, se estima que una de cada cuatro personas sufre un problema relacionado con el abuso de las nuevas tecnologías, por lo que también pueden suponer un riesgo para la salud. En este sentido, las nuevas tecnologías que más problemas dan son, sobre todo, el móvil, las videoconsolas e Internet. Y como parte de este último, al igual que en otro tipo de adicciones, puede aparecer la dependencia a las redes sociales, al correo electrónico, a chatear, a la compra online, etc. Determinar o no la presencia de una adicción a las nuevas tecnologías es más bien una cuestión de grado. Sería un problema cuando su uso repercute de manera negativa en la vida de una persona y se llega a descuidar las obligaciones laborales y familiares, o se entra en una espiral de aislamiento, abandono de las aficiones u otras actividades propias del tiempo libre, descenso del rendimiento académico o laboral, gasto incontrolado, depresión y ansiedad. Sin embargo, no todas las personas tienen el mismo riesgo de padecer una adicción de este tipo ya que algunos rasgos de personalidad o estados emocionales que pueden aumentar la vulnerabilidad a sufrir la adicción. Se trataría de personas con ciertos niveles de impulsividad, cambios de humor, baja tolerancia a la frustración, falta de habilidades sociales, dificultad para enfrentarse a problemas y para encontrar soluciones, dependencia emocional o baja autoestima. Y como son numerosas las personas que no buscan ayuda para abordar estos problemas, la adicción puede actuar como una válvula de escape a través de la cual se busque sentirse bien, aunque esta sea sólo una “solución” que sirva durante poco tiempo. En cuanto a su tratamiento, para tratar este tipo de adicciones nos encontramos con una dificultad que las hace diferentes a adicciones como el alcohol o las drogas. En este último caso, el objetivo es la abstinencia, mientras que este objetivo es inviable para algunas adicciones a las nuevas tecnologías, porque Internet o el móvil son imprescindibles para trabajar o comunicarse. Así pues, las personas adictas deben aprender a vivir con las nuevas tecnologías de una forma más sana. Pero esto último, convivir con las nuevas tecnologías de una forma sana, no solo es aplicable a las personas para quienes las nuevas tecnologías ya se han convertido en un problema, sino que es una recomendación que vale para todos. Es cierto que las nuevas tecnologías nos han cambiado la vida, pero tenemos también que ser conscientes de sus riesgos y de que su uso ha de corresponderse con nuestras verdaderas necesidades. Y deben servir para facilitar, completar o potenciar los ámbitos en los que nos movemos, pero no para sustituirlos ni enmascarar las dificultades que tengamos en ellos. Fernando Bermejo. ¿Necesitas Ayuda? Entra en Tu psicólogo online y Tu psicólogo al teléfono. Estamos cerca de ti.
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